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¿QUÉ NO HACER? ERRORES COMUNES EN LA ADMINISTRACIÓN DEL PATRIMONIO FINANCIERO-PREVISIONAL

18, noviembre 2020

Por Octavio Vergara, Economista y Director de ACTIVA PREVISIÓN.

Malas decisiones financieras todos hemos tomado alguna vez. No creo que haya nadie que revise su trayectoria y pueda afirmar con seguridad que todas sus decisiones resultaron ser impecables. No sé tampoco si existe quien pueda atribuir cada una de sus malas decisiones al factor “riesgo” y no al hecho de que algunas fueron desde un principio y simplemente “malas decisiones”.  Las tomamos por desinformación, por defecto, por, sobre todo, no tener tiempo de analizarlas en detalle. Y de cara al patrimonio financiero-previsional hay al menos 5 errores comunes:

  1. Mirar el óptimo parcial v/s mirar el óptimo integral:  el error es enfocarse en un solo aspecto del patrimonio, perjudicando otro. Lo sería, por ejemplo, el dejar de trabajar y tomar la decisión de financiarse los primeros años con la indemnización o los activos financieros (ya que éstos no tributan), postergando el uso de los ahorros previsionales y no considerando en la ecuación el hecho de que a mayores ahorros previsionales, mayores impuestos pagará nuestra pensión. 
  2. Tomar decisiones que comprometen la libertad futura: el error tiene que ver con quedarse amarrado a cláusulas o rigidizaciones que nos quitan flexibilidad. Un clásico ejemplo es el de tomar un Retiro Programado, decidiendo incluir en la pensión los ahorros previsionales, y no metiendo en la balanza el hecho de que ello limitará la posibilidad de que más adelante podamos invertir esos ahorros con flexibilidad, por ejemplo, llevándolos a una cuenta de Pershing en el extranjero.
  3. Tener excesiva concentración en un tipo de activo/riesgo: como podría serlo el tener casi todo el patrimonio invertido en bienes raíces de difícil liquidación, o bien, tener gran parte de nuestras inversiones en instrumentos que dan acceso sólo a un cierto tipo de fondos. 
  4. Duplicar los productos contratados: como sería el caso de quedar «sobre cubiertos” contratando un seguro de vida, y no tomando en cuenta, como suele suceder, la póliza que ya nos tiene contratada nuestra empresa, la que nos deja bastante protegidos.
  5. Tener contratados productos innecesarios: clásico ejemplo nuevamente el de los seguros: nuestros primeros años de construcción del patrimonio necesitaremos una buena cobertura (tendremos muchos años de expectativas de vida y pocos ahorros), sin embargo, alrededor de los 50 años ya habremos alcanzado un determinado patrimonio que en muchos casos hará redundante la cobertura.   

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